En ocasiones, una visita al especialista a tiempo puede ayudarnos a evitar futuros problemas graves. Siempre es necesario prestar atención a esas primeras señales que empezamos a notar y que solemos dejar pasar. Por eso, vamos a aprovechar estas líneas para explicaros algunos de los principales síntomas para visitar a un otorrino que no podemos obviar. ¡Esperamos que os sirvan!
No es la primera vez que os hablamos sobre cuándo acudir al otorrino. En ocasiones, padecemos problemas que no nos dejan más remedio. Sin embargo, lo habitual es que cualquier inconveniente de salud comience con pequeñas señales que nuestro cuerpo nos va enviado y que debemos aprender a escuchar.
Como ocurre casi siempre con temas de salud, la importancia de revisar a tiempo y de forma periódica nuestros oídos nos pueden ahorrar de muchos sustos. Un especialista será capaz de adelantarse a cualquier situación que pueda empezar a darse, reduciendo sus consecuencias y aportándonos tranquilidad y confianza.
Principales síntomas para visitar a un otorrino
- Problemas para escuchar la televisión: Si te cuesta entender o escuchar lo que dicen en la televisión y necesitas subir el volumen más alto de lo que necesita el resto de tu familia, quizá deberías plantearte la visita a un otorrino. Si siempre preguntas qué ha dicho un actor o un presentador, puede ser una señal de que algo está pasando. Recuerda, la solución nunca será ponerlo más alto.
- Te cambias el teléfono de oído: Otro de los síntomas para visitar a un otorrino que pueden darse es el hecho de escuchar mejor el teléfono de un oído u otro. Trata de fijarte si te ocurre a ti, si siempre te cambias el teléfono de lado… Quizá no sea un problema técnico, sino de audición.
- Problemas en ambientes ruidosos: Otra señal que no podemos dejar pasar. Si en bares, conciertos o ambientes ruidosos te aíslas porque te cuesta mantener una conversación en grupo, quizá sea el momento de acudir a una consulta con un especialista y que lleva a cabo una profunda revisión de tu audición.
- La edad: Es tan fácil de decir y tan difícil de cumplir… A partir de los 50 años, todos deberíamos acudir a revisiones periódicas para realizar una audiometría, así como otras pruebas destinadas a prevenir la aparición de problemas.