Se empiezan a detectar los primeros casos de problemas en el neurodesarrollo en niños y bebés nacidos durante el confinamiento. Ya son muchos los especialistas que empiezan a tratar la dificultad en el habla en niños tras la pandemia. Pero, ¿por qué se ha dado esta situación y cuáles son sus principales claves? Vamos a tratar de explicártelas en este post.
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La dificultad en el habla en niños tras la pandemia no es, de hecho, del único inconveniente del que se empieza a tener consciencia. También se han registrado retrasos madurativos o un aumento de los síntomas de trastorno del especto autista.
Lo único cierto es que, desde el estallido del coronavirus, expertos en este campo han ido alertando poco a poco de la posibilidad de que los más pequeños padecieran inconvenientes en las distintas etapas de su desarrollo. El lenguaje es simplemente uno de los más acusados.
¿Por qué aparece esta dificultad en el habla en niños tras la pandemia?
El primero de todos debería ser las restricciones a la socialización que se han impuesto, sobre todo en los peores momentos de la pandemia. Con ellas, la interacción social fue muchísimo menor, lo que deriva en que los más pequeños dispusieran de menos estimulación neurosensorial, quedando esta limitada al ambiente intrafamiliar. No hay que olvidar que en nuestra sociedad se han instalado unas nuevas normas. Ahora, nos tocamos menos, nos acercamos menos… Y todo ello es visto como algo normal.
Existe cierto reparo en pararnos por la calle para hablar con los hijos de conocidos, tocarles, preguntarles, hablar con ellos… Esto, que puede suponer insignificante, también era un estímulo importante en el desarrollo neurológico de los más pequeños. La simple sonrisa social es un factor básico en los primeros meses de vida y también se ha ido perdiendo con el uso de las mascarillas. Estos tapabocas son una limitación para bebés y niños en el reconocimiento del lenguaje no verbal, casi tan importante como el verbal.
Del mismo modo, en la dificultad en el habla en niños tras la pandemia también influye la reducción de los juegos en grupos con otros niños de su edad, el cierre de parques o las simples quedadas con amigos, primos… Todo ello, sustituido por el uso de móviles y tablets que permitieran a los padres conciliar la vida laboral y familiar.
